Hay algunos paralelismos sorprendentes que trataremos en esta revista entre las características identificadas en los discursos sobre la posmodernidad y las que se centran en la tradición gótica, una de las cuales es precisamente el primer plano de una estética de la superficie, dominada por la imagen sin aparente profundidad. Esta idea conduce a un modelo alternativo del yo en el que el sujeto es un 'cuerpo dócil', sujeto pasivamente a las operaciones de poder, o un participante en 'tecnologías del yo'que permiten una auto-formación activa —siempre dentro de una cultura determinada por límites—. Con el auge de los mercados de segunda mano, el yo logra la interioridad solo a través de la sujeción a la disciplina y la vigilancia, o en otras palabras, desde la gestión y la observación de la superficie. La ropa cumple la misma función que la confesión al transformar el yo en discurso: 'Si todo lo que habla del yo es confesión, entonces, además de ver la palabra hecha carne, también podemos ver la tela hecha carne a través de la ropa: el vestido es el texto que primero viste y luego desplaza el cuerpo. En esta formulación, la ropa no habla del cuerpo, como en muchas teorizaciones convencionales de la ropa como el lenguaje, sino del cuerpo. El cuerpo se convierte en una presencia ambigua en el discurso, simultáneamente implicado y ausente por las prendas que usa. El uso de ropa es el emblema del cuerpo obediente y mejorado (ausente), sin embargo, esto obliga al sujeto a reconocer su sujeción, el lugar que él o ella ha tomado en la rejilla cambiante del conocimiento, y a sentir nostalgia por la carne. y otras imágenes del pasado. Sin embargo, si la ropa es el medio por el cual el cuerpo se articula dentro del discurso, entonces la nostalgia por un cuerpo puro, no adulterado y "natural" es nostalgia por un estado prediscursivo incognoscible. No existe un cuerpo antes de su entrada en las técnicas de la moda, pero si el sujeto tiene prohibido permanentemente la posesión del cuerpo, él o ella pueden, sin embargo, volverse más o menos competentes en la variedad de técnicas de moda disponibles. La concentración en las tecnologías de la moda inspiró al deporte gótico a evadir las dicotomías convencionales de lo primitivo y civilizado, lo natural y lo artificial que han plagado la construcción del vestido a lo largo de los siglos: Los códigos de vestimenta son dispositivos técnicos que articulan la relación entre un cuerpo vivido y su medio vivido, el espacio ocupado por los cuerpos y constituido por la acción corporal ... Nuestros hábitos de vestir crean una "cara" que construye positivamente una identidad en lugar de disfrazar un "cuerpo o identidad" real. Nuestros productos también poseen una autonomía circunscrita para orientarse a su entorno. Este es un punto importante a destacar en el contexto del análisis de género y clase: el sujeto no está siempre a merced de la ideología patriarcal, la falsa conciencia y el imperativo capitalista de consumir. Las nociones de sí mismo se ubican siempre en un sujeto histórico, activo y encarnado: un sujeto definido, pero no determinado pasivamente, por su contexto histórico y las imágenes de su pasado. Parece mentira que la misma expresión que usamos para referirnos al último auxilio antes de morir a manos de un chupacabras o rebanadas por una motosierra, sea la misma que podamos usar para decir ‘ME ENCANTA’. Y efectivamente, no sería la primera ni la última vez que escuchamos un grito de placer en las rebajas de Dior o Balenciaga dentro de grandes almacenes como Selfridges. A continuación, les presentamos la última colección de Gothic Sport y sus zapatos que dejan sin aliento.
Arriba, pendientes de cristal de LaLuci García (ver Oda al Maximalismo). A la derecha, camisa de chorreras de Post-Millenial Gothic, lazo de raso de Pontejos, corset verde de El Rastro y gafas de sol Último Grito.
La fotografía de moda es un medio reduccionista que trata de limitarlo todo a un momento. La fotografía te permite ver sólo un ángulo, un enfoque, una versión. Resta calidad, porque no puedes enseñar más de un aspecto de cada pieza, generalmente en formato expositivo. Hoy existen pantallas allá donde vayas, aeropuertos, autobuses, tiendas,... e incluso como prolongación del sujeto. La imagen en movimiento constante es omnipresente. Por eso, según Knight ‘Los que opinen que la fotografía seguirá siendo el medio dominantes cortos de vista’.
A thousand and one lives
It’s almost the end of the summer and, on that blinding Thursday afternoon, it seems that Paris will soon get burnt.
There is something particularly poignant about clothing -its potency as cultural evidence can be tested by the simple act of criticizing someone’s clothes; the reaction is much more intense than aroused by comparable criticism of a house, a car, or a television set. Clothing is, of course, an important part of his large portrait of modern life. The role of clothing in the process of identity construction and in relation to social codes is something that fashion victims —almost everyone of the readers of this magazine— are extremely aware of, and something that our lives portrays in a blatant manner.
It seems that everyone needs to get dressed, but when it comes to eternity then most of the times we repeat the same look again and over again. For that reason, our researchers have been doing an investigation against the repetition of power structures.
Critical, ferocious and voracious, confrontational and dry-humored, Casio offers us a new set of new watches for the end of the summer. They are obsessed with power and the symbolic representations of hunger, restraint, prudence or austerity. By taking a dissonant and uncanny aesthetic form, the new watch challege the bodily and ideological foundations of the so-called virtues that have structured and controlled a small part of society from early modern until present times, where the repetition of power structures —it means to get full by a pair of jeans— come to play. This new campaign encourages us to let the shopaholic of ourselves to (be)come alive.
We know people say, ‘All good things in moderation’, but when it comes to shopping, which is as good as Dolce Vita, how can we stop playing it on repeat? Everyone —don’t deny it— wants to live out the rest of their days like this: ‘I’m fierce, I look good, I have lots of clothes in my closet just in case I need to change, and I still have money for some more’. That’s the type of reader we hope you are.
Mordisco magazine alludes to something more; it reassures us that there is a higher purpose to the banal frivolities of our everyday existence; that is our guiding aesthetic, our sigh of relief. Each and ever day it whispers nothings to us, but it is letting us know that the yearnings of a high fashion icon are ever-present. Fashion is never going to die.
Trata de pensar en los relojes de señora. En relojes antiguos de señora, para ser exactos. A pesar de que fueron pioneros en el uso de modelos de pulsera, ‘lo que de verdad nos interesaba era su condición de joya’. Finos como brazaletes y decorados hasta la extenuación con piedras preciosas, las agujas y los numerales eran un atractivo secundario. Así fuera durante el siglo XIX y los primeros años del XX, hasta que se generalizó el uso de modelos más prácticos, deportivos y (desde luego) democráticos. Ellos también ganaron terreno en el mundo de los relojes de pulsera, y en los suyos se aplicaron todas las técnicas de la relojería suiza mientras que en los femeninos las complicaciones brillaban por su puntual ausencia. Los modelos de hoy de Casio, son excepcionales y siguen constituyendo gran parte del mercado de la relojería, pero algunas han sabido encontrar el encanto a las funciones más complejas. La firma Casio ha sido pionera en detectar ese creciente interés y en olvidarse de la idea de que los relojes mecánicos son solo cosa de hombres. En los últimos años, esta manufactura familiar ha presentado una pequeña pero nada menospreciable gama de altas complicaciones, desde un repetidor de minutos hasta el movimiento cronógrafo conocido por ser el que más tiempo puede capturar en el mercado. Además, mantiene su capacidad de resistencia al agua y su pequeña linterna. Este año la marca rinde homenaje a su pieza emblemática y le aporta un nuevo look. El calibre, el tamaño y la función de calendario perpetuo se mantienen, pero la caja, que antes se presentaba solo en plateado, dorado y negro, está disponible también en violeta. Además, los últimos modelos vienen con una segunda correa de aligátor en un brillante verde turquesa.
life in plastic. pandemonia
Words by almost everyone. Photography by Álvaro Navarro.
The way in which we as individuals create masks that we used according to specific settings or contexts is something that we are all familiar with. The emergence of the selfie and the precasting culture of self-portraiture are visual proof of the fact that our own perception of the self is not a mere internal process: it also takes a visual —and factual— form. Contrary to the most obvious reaction to the term, a mask is not necessarily an opaque wall that covers who we are. Recent trends -or a scroll around our Instagram feeds—disclose that contemporary mask are, for the lack of a better world, a filter that enhances what we think are our most covetable traits, but also hides a range of secrets rooted in our true nature.
Masking is inherently strategic, and all strategy has a purpose. Ervin Goffman, one of the most influential sociologists in the 20th century, already claimed that the way we act in social settings mimics the way actors face an audience: our script depends on the setting we participate in and the audience who is watching.
But if we stay away from theory and ignore the fact that there are those who study the existence and purpose of these masks in fields such as sociology and anthropology, if we look closely at the real world of non- academia, the masks keep existing and most of us look away without acting upon this process. Pandemonia does. This is not to say that she is not masking herself. On the contrary, she is literally a mask -which is a revolutionary plot twist to the story. Pandemonia is well alive, though, and spreads glossy colour fins wherever she goes. The costumers have been defined by many — consequently in many ways. Doll-like figure, pop art embodiment, living inflable, walking Barbie, a real-life Lichtentein painting. No one knows this list of options better than herself, because he is always ready to visit and habit any body. She is unlike anything or anyone and provokes the most mixed and contradictory feelings. Her presence is actually never noticed. It’s hard to know what the public really thinks about this treatment — there are a lot of them who turned into monstrous people. Anyway, they still look gorgeous.
There might be a lot beyond the surface but at the same time there might be nothing more than that. Postmodern or outdated as it may sound, the surface is as true as what lies underneath.
Once you are treated by Pandemonia, it is though you become provoking and the most common reaction to your presence might be taking photographs. Unique and extravagant as you are, it defines yourself as a mirror. Everyone can choose what to see in you, but if we look carefully we might see the reflection of our own mask. Perhaps that is the reason why we are inclined to the instant gratification of photography.
“Thanks to this treatment you can get fins in less than one month”. Anna Wintour affirmed.
oda al maximalismo
Realización por LaLucía García. Fotografía por Lucas Marcos.
Esta temporada, no hay medida en la dosis, pero sí en la forma. Elegantes y sinuosos, los pendientes se elevan a su máxima potencia. Son el nuevo capricho para rendirse al exceso.
Nothing to see?
The disappearence of models
The recognition of the self through fashion industry is not operative, Identification is faltering, valorizing insufficient identities. We might have seen lots of models up there in webs as Asos, looking ‘just good’ and being a symbol of success. Surprisingly, a research confirms that that contemporary subject is dominated by a feeling of insufficiency, one that expresses itself not in terms of duty (what do I have to wear?), but in terms of capacity (am I able to wear it?).
The self is always on the threshold of being inadequately itself, leading to chronic problems of identity insecurity and the substantial increase of diagnosed cases of depression...
Most of fashion models suffer from mirror-hungry personality. That means that most of them live on a cannibalistic identification, in which the subject constitutes itself by ingesting the other whom he or she both loves and hates so as to compensate for the other’s loss.
Then, that depressed withdrawal into the self, the radical movement of protection of the self from fashion industries, the subject’s signaling to ‘keep my distance’ and then become marked as ‘different’, turns into a the depressive sense of isolation, of a non self-recognization and the rupture of communicational intersubjectivity.
There is still evidence for a type of depression that would occur independently of stress precipitants. This is not to say, however, that biological features do not play a role in the development of depression.
Photography by Lucas Marcos. Styling by Mordisco Magazine.